SPIDERMAN BLUES
Dedicadoa todos los Spidermaniacos como yo, desconozco quien es el autor.
Elogio del tiempo antiguo,
escalabas los viejos edificios
y eran las azoteas tu dominio completo:
tendederos, pianos en el desvelo, plenilunios
aliados al licántropo y el loco.
Todo el tiempo era tuyo y no sabías,
patrullabas los barrios sin temores
al asesino en turno.
Mayor era tu crimen:
estar en el mundo con dos caras
y en las dos serle fiel al heroísmo desconocido y breve de ser joven.
Encima la soledad, más vasta que la noche,
Debajo de tu máscara de carne
tendida sobre tu cama y tus papeles
dentro del corazón, tan desbocado
por mujeres que no te conocieron.
La soledad es músculo del alma.
Bajo las peores lluvias navegabas
y el cuerpo resistía. Era hermoso
entrar por la ventana y despojarte
de tu amargura frágil (una tela de araña
a veces resiste más que las promesas).
Era bueno el fracaso, ir en busca,
y decir está bien, y reírse y no quejarse.
Pero tu ciudad, tu novia, tu doncella,
desnuda te recibía cada mañana.
Con su velamen pleno, la Catedral
desplegaba sus formas en la bruma.
Escapabas de clase y ascendías
para ser esas torres, para mirar primero
con los ojos de piedra que no miran.
Tatuabas en lugares secretos
tus señales más hondas: si regresas,
las llagas en la piedra provocadas
le dolerán a los otros.
Te quedabas las horas frente a un muro
donde la ciudad, cartógrafa,
trazaba sus mapas de colores
tigre de veinte jaspes, el salitre
devoraba las huellas de los hombres.
Eran los tiempos castos del sediento.
Encapuchado del rostro,
ibas de jaula en jaula, doloroso
Como antorcha sin aire.
El amor es difícil adentro y afuera.
Cuando no te querían, cuando los nos,
devorabas la noche. Te ofrecías
al hambre de la ciudad y sus sicarias:
el aura de los borrachos y los niños
te negaba los dones del desastre.
Te sentías infeliz y no lo eras.
Eras feliz ahora y es amargo
sabes que Peter Parker
cohabitaba con otra mujer,
que lava su camisa y su disfraz heroico.
Ha muerto el Hombre Araña,
fuiste el único fiel en el velorio.
Si pretendes venganza,
recuerda que la esquela
fue escrita con tu letra y con tu tinta.
Ahora te avergüenza
precisar del alcohol en tus arterias
para enfrentar la calle. Sales de vez en vez
y evitas como el valiente sabio- la pelea.
Patrullas con temor las mismas calles
de una ciudad ajena.
No te duela el café, los portafolios,
la ganada caricia
que te cierra la herida.
Debajo de la corbata está tu pecho
y en él las cicatrices del combate.
Es otra tu forma de ser héroe.
Si lo dudas, perdido entre los otros,
y te crees expulsado de la altura,
reconoce los rostros de tus hembras:
son la calle, la noche, las estrellas,
claras hadas madrinas del oscuro.
Ellas no se han movido,
no dormirán para velar tu sueño
si sabes ser fiel a sus fulgores
y aprendes a brillar para el muchacho
palpitante en tu carne,
portador de la máscara en la noche.
2 comentarios
Roberto -
Corazón... -
Gracias por traer este bello poema... Encierra tanta verdad.
Un abrazo, saludos!
;o)